No puedo evitar, de cuando en cuando, acordarme de ti. Eres el diamante que ilumina mi noche negra. El reflejo de una luz pasada. La brisa de una sonrisa cálida. Eres un hito en mi vida desde que te conocí, que no me deja recordar nítidamente lo que anteriormente pasó.
Te he dicho que te quiero, más veces de las que has estado dispuesto a escucharlo. Siempre quitándole hierro al asunto, siempre asumiendo que lo que nos une es sólo una amistad. Pero siempre has estado ahí. Recuerdo exactamente lo que me dijiste la primera vez... "yo ya sé quien eres"... como para no enamorarme de tus ojos, de tus labios y de tu corazón.
Me gusta pensar que en alguna ocasión pensaste que yo podría ser algo más en tu rutina. Me gusta pensar que no fui simplemente alguien con quien quedar a tomar unas cañas. Me gusta pensar que alguna vez quisiste más de mí... aunque yo no en su momento no tuviera ojos para ti.
Pero con el tiempo empezamos a creer que lo que no pasó, ya no sucederá. Seguramente eso sea lo que tú crees desde hace años. Sin embargo, alguna noche que otra, abro mi cajita preferida, la que guarda el diamante de tu recuerdo, y veo su resplandor igual de vivo que el primer día.
Y esta pequeña tonta, cada día más vacía y más cobarde, nunca se atreverá a decirte todo lo que sintió por ti. Aunque tú mejor que nadie sabes que, cuando estoy sola, no sola como estoy todos los días, si no como cuando no sé muy bien en qué me he convertido, descuelgo el teléfono y te llamo, con la esperanza de que sepas que eso no quiere decir nada más que te sigo adorando como cuando paseábamos bajo la luna alguna que otra noche.
No siento pena por lo que no fue, si no porque tú nunca valorarás lo que vales para mí... todo tú, más cuarto y mitad de mi corazón.
Te he dicho que te quiero, más veces de las que has estado dispuesto a escucharlo. Siempre quitándole hierro al asunto, siempre asumiendo que lo que nos une es sólo una amistad. Pero siempre has estado ahí. Recuerdo exactamente lo que me dijiste la primera vez... "yo ya sé quien eres"... como para no enamorarme de tus ojos, de tus labios y de tu corazón.
Me gusta pensar que en alguna ocasión pensaste que yo podría ser algo más en tu rutina. Me gusta pensar que no fui simplemente alguien con quien quedar a tomar unas cañas. Me gusta pensar que alguna vez quisiste más de mí... aunque yo no en su momento no tuviera ojos para ti.
Pero con el tiempo empezamos a creer que lo que no pasó, ya no sucederá. Seguramente eso sea lo que tú crees desde hace años. Sin embargo, alguna noche que otra, abro mi cajita preferida, la que guarda el diamante de tu recuerdo, y veo su resplandor igual de vivo que el primer día.
Y esta pequeña tonta, cada día más vacía y más cobarde, nunca se atreverá a decirte todo lo que sintió por ti. Aunque tú mejor que nadie sabes que, cuando estoy sola, no sola como estoy todos los días, si no como cuando no sé muy bien en qué me he convertido, descuelgo el teléfono y te llamo, con la esperanza de que sepas que eso no quiere decir nada más que te sigo adorando como cuando paseábamos bajo la luna alguna que otra noche.
No siento pena por lo que no fue, si no porque tú nunca valorarás lo que vales para mí... todo tú, más cuarto y mitad de mi corazón.
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