18 agosto 2010

... SOLDADOS HERIDOS

Mi tiempo está lleno de canciones, de colores, de frases hechas, de lugares, de olores, de miradas… lleno de vivencias que resumen los minutos más singulares de mi vida, seguramente los minutos que me han hecho llegar a pedir más. Minutos llenos de batallas perdidas… o abandonadas. Batallas que conforman una guerra de la que nadie sale vencedor. Batallas que yo he vivido desde mi cuartel y de las que recibo noticias de otros que las han vivido desde otro lado. Noticias que te cuentan que, mientras tú sólo pensabas en los combatientes que habías perdido en la última lucha, los del otro lado pasaban hambre a raíz de tus estragos. Porque tenemos la rara costumbre de ver lo que nos pasa sólo desde nuestros ojos. Tenemos la rara costumbre de no pensar que a nosotros nos hacen lo mismo que anteriormente hemos hecho a otros. Aunque nunca nos parece igual…

Y al escuchar, me doy cuenta de que yo fui más importante para ti, que tú para mí. Me doy cuenta de que yo fui la pista que te dan antes de un cruce de caminos y que te inclina hacia un sendero u otro. Me doy cuenta de que lo que pensábamos que sería inevitable, hoy no es siquiera una posibilidad, y me doy cuenta de que hay quien me quiere desde hace años y que cree que no lo sé.

Hay quien cree que no sé que me llama para que lo tenga en mi mente… hay quien cree que no sé que piensa en mí y en un futuro conmigo… hay quien cree que no sé… y en realidad sé más que el mismo.

Yo no te voy a decir que dejes de quererme, ni que dejes de intentarlo… pero sí he de contarte que la luz que hay en mis ojos no es por verte a ti, que la sonrisilla que fuerzo después de un chiste tuyo no es porque me haya hecho gracia, que mi mirada atenta a tus palabras no es porque me interese lo que me cuentas y que mis letras escritas con las esperanza de encontrar un velero que me salve de este naufragio, no son para ti.

Todas y cada una de las personas que han pasado por mi vida fueron algo especial… pero cuando el instante pasa, cada uno debemos recogernos a la cajita que nos corresponde, sin esperar que nos vayan a desempolvar… aunque siempre hay cajas que se vuelven a abrir. Pero simplemente debemos encerrarnos donde meten las mentiras los que mienten… como todas las que siempre me has contado tú… porque, aunque yo no fui falsa, nunca fui nada a tu lado. Deja de llamarme… por Dios y por favor.

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