19 agosto 2010

... CLARO DE LUNA

Hoy tampoco me he atrevido a llamarte… ni a ti, ni a nadie. La verdad es que ya era tarde, y estas no son horas para llamar a la gente… o eso dicen.

Quizás no necesitaba hablar contigo, si no de ti. No necesitaba quererte, si no pensar que quiero. No necesitaba echarte de menos, si no pasar el tiempo pensando en alguien.

Así que he hablado contigo mentalmente. Y te he leído lo último que te había escrito. Y he sentido lo efímera que era mi voz al contarte las cosas que sentía por ti. He notado como los susurros de estos vocablos se perdían en el eco de una casa fría y a medio amueblar. He notado como mi voz tocaba la inmensidad del vacío que hay a mi alrededor y como luego caía al barranco de la nada. He notado como tú no estabas ahí.

Creo que mi vida no es más que un libro escrito con tinta invisible, que nadie más que yo puede leer. Porque tú estás en mi pasado. Nuestras conversaciones están en mi imaginación. Y lo que vivimos está en el mundo al que se envían las historias que algún día se rescatarán para contarles a los nietos de alguien.

Y así, dejando ir mi mente, me he dado cuenta de que para vivir del aire me basto yo, y no necesito a nadie más. Me he dado cuenta de que para morir de amor, no hacen falta dos. Y, sobretodo, me he dado cuenta de que para no ser correspondida… no se necesita a nadie más.

Y fue entonces, cuando a mí y a mis circunstancias nos invadió la tranquilidad del sueño. Good night my lover, seas quien seas.

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