16 agosto 2010

... GREEN POCKETS

Hay trozos de nuestra vida que nos atormentan, y piensas que es mejor que nunca hubieras pasado por ellos, aunque eso esté en contra de todo lo que defiendes y aunque eso no sea del todo cierto. Pero algo más en tu interior debe pensarlo también, a juzgar por los sueños que viajan por tu cabeza por las noches.

Los sueños, sueños son... son dudas que te rondan en la cabeza y que en un momento dado se te materializan en fotogramas. Muchas veces me he despertado con mal cuerpo sin saber si eran verdad, fantasía o precipicio. Sin saber porqué aquí, y porqué ahora, vienen a mis noches historias que creía, estaban olvidadas. Seguramente sea por eso. Porque yo ya pensaban que eran aire que había navegado a otros mundos, y no. Seguramente vienen a recordarme que están en lo más profundo de mí, aunque no quiera reconocerlo. Inseguridades, al fin y al cabo, que en un momento alguien plantó, y que por despiste dejamos crecer.

Y recordando a Demiurgo, se me antoja pensar que somos macetas, a las que nuestros padres han dado forma. Macetas que en un momento dado deciden como colorearse y en las que otros van plantando lo que ha de nacer en ellas, aunque la fuerza con la que nacen depende de las cualidades del interior de la maceta... de los nutrientes de su tierra. Y así, las mismas semillas aparecen de una forma o de otra, dependiendo de cada uno de nosotros.

Nosotros somos nosotros mismos cuando nadie ha plantado semillas en nuestro interior, cuando estamos vacíos de experiencias. Somos nosotros cuando sólo somos objeto, sólo maceta. Pero al convivir en sociedad, los insectos, el viento y el agua, arrastran elementos que se sedimentan en nuestro interior. Y sólo es cuestión de tiempo que nazcan... de más o menos tiempo.

Y ya que estoy, me gusta pensar que al florecer, se desprenden semillas que van a parar a otras macetas... y que así se interrelacionan. Aunque la unión final se produzca cuando mis plantas y tus plantas se entrelacen, o cuando las raíces rompan la maceta y se aúnen en el mismo sustrato.

Porque nosotros somos naturaleza creciente, que se cruza y que se separa que, al fin y al cabo, evoluciona sobre y bajo la tierra.

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