17 enero 2010

... UN TERCIO

Sueles sentirte seguro dentro de tu casa. Es tu hogar, las paredes a las que estás acostumbrada. No ves grietas en las paredes, no ves fugas de agua, no debería haber ningún problema.

Desde mi ventana veo tu tejado. Veo las manchas de humedad en la medianera desnuda, las tejas sueltas y las ondulaciones que las vigas al fallar dejan que dibujen los faldones. Veo los remiendos que has puesto para tapar grietas y las piedras acumuladas en los canalones. Veo lo que tú no ves, que no quiere decir que no exista.

Siempre he pensado, que existen tres realidades de una misma persona, y que sólo puedes saber cómo es ella, cuando las tres partes forman el todo. Una es cómo te ves tú misma, tú que ni te conoces, ni tienes intención de hacerlo. No sabes cómo puedes reaccionar en las diferentes situaciones que se te pueden presentar, ni tienes intención de hacerlo, porque te vale con saber que podrás afrontarlas. A veces has llegado a saber lo que sientes, pero de lo único que estás segura es de que no sentirás lo mismo dos semanas seguidas.

La segunda es cómo te ven tus amigos. Ellos que te han visto reaccionar y que tienen un punto de vista relativamente subjetivo sobre ti, interpretan tus actos en función de sus valores. Ellos que ven tus reacciones más pasionales desde un posicionamiento más frío, pueden que se acerquen más a esa idea que realmente te describiría a ti misma.

Y la tercera es cómo te ven tus conocidos, esa gente que no tiene una relación lo suficientemente fuerte contigo, pero que ve cómo te mueves en las diferentes situaciones que se te presentan. Personas totalmente objetivas frente a ti, pero no frente a su pasado, de tal modo que su interpretación sobre ti se verá influida por las situaciones que previamente ellos hayan vivido, y no por las tuyas.

La unión de los tres puntos de vista, es la que se puede acercar a lo que somos cada uno de nosotros. Y sin embargo, nosotros sólo sentimos lo que pensamos, y por tanto sólo una realidad de las tres que nos componen es la que nos hace ser felices, o llorar, o reír. Aunque te interesases por lo que la gente pensase de ti, sus opiniones serían matizadas en tu interior por tu propia vivencia subjetiva.

Al final, ni tú sabes quién eres, ni tus amigos saben cómo estás, ni tus conocidos saben cómo reaccionarás. Y es que, en realidad, nosotros no queremos saber toda la verdad sobre nosotros mismos, sino que nos llega con saber que "somos" para nosotros y para los que tenemos a nuestro lado. Con "ser", nos es suficiente.

No hay comentarios: