Viendo los tejados nevados de Madrid desde mi ventana se me ha dado por pensar que yo no quiero un amor civilizado. No quiero una escena en el sofá más. No quiero que vuelvas del mercado con la compra de la semana. No quiero vecinas con puchero. No quiero sembrar para tener que recoger. No quiero ni 22 de enero ni 14 de febrero. No quiero que lleves mis maletas. No quiero mudarme de planeta. No quiero domingos por la tarde. No quiero columpio en el jardín. No quiero juntar para mañana, ni quiero llegar a fin de mes. No quiero comer sin ganas de comer. No quiero calor de invernadero. No quiero te quieros sin ti.
Porque el amor cuando no muere mata y amores que matan nunca mueren, lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí. Lo que quiero es ver tus ojos brillando porque se encuentran con los míos. Lo que quiero es tu mano temblando porque ha tocado mi brazo. Lo que quiero es tu corazón acelerado cuando mi olor llega a tu naricilla. Lo que quiero es un suspiro tuyo, que te haga sentir completo. Lo que quiero es una lágrima en tu mejilla, de alegría en tu interior.
Yo no quiero lo que todo el mundo tiene. No quiero tener que ir contigo al cine, ni que me tengas que acompañar de compras. No quiero que tengas que llamarme al llegar, ni llamarte cada noche antes de acostarme. Lo que yo quiero es hacer lo que me pida el corazón.
Yo no quiero lo que todo el mundo tiene. Yo sólo te quiero a ti... que, aunque no con estas palabras, es lo que Sabina nos dijo tantas veces al oído en la oscuridad de una habitación con olor a sándalo.
Porque el amor cuando no muere mata y amores que matan nunca mueren, lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí. Lo que quiero es ver tus ojos brillando porque se encuentran con los míos. Lo que quiero es tu mano temblando porque ha tocado mi brazo. Lo que quiero es tu corazón acelerado cuando mi olor llega a tu naricilla. Lo que quiero es un suspiro tuyo, que te haga sentir completo. Lo que quiero es una lágrima en tu mejilla, de alegría en tu interior.
Yo no quiero lo que todo el mundo tiene. No quiero tener que ir contigo al cine, ni que me tengas que acompañar de compras. No quiero que tengas que llamarme al llegar, ni llamarte cada noche antes de acostarme. Lo que yo quiero es hacer lo que me pida el corazón.
Yo no quiero lo que todo el mundo tiene. Yo sólo te quiero a ti... que, aunque no con estas palabras, es lo que Sabina nos dijo tantas veces al oído en la oscuridad de una habitación con olor a sándalo.
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