09 febrero 2009

... IMPULSIVIDAD

... y de repente, lo haces. Así, porque te apetece, sin haberlo pensado detenidamente.

¿Cuántas veces habéis hecho algo impulsivamente? Algo importante, claro. No me estoy refiriendo a pasar por una tienda de gominolas y de repente entrar a comprar fresitas porque se os han antojado. Me refiero a tomar una decisión importante: una llamada de teléfono impulsiva, un viaje no planeado, un cambio de planes de última hora, un comentario sincero aunque ofensivo, etc.

Claro que lo habéis hecho, qué pregunta más tonta. Pero, ¿cuántas veces os habéis arrepentido de ello? ¿cuánto han cambiado vuestras vidas esos impulsos? ¿después de haber sido tan impulsivos, habéis jurado y perjurado que sería la última vez? Sí, estas preguntas son mucho mejores. Dan que pensar...

... pensar, eso es lo que deberíamos hacer antes de actuar; o al menos, valorar las consecuencias de nuestros actos. Es lo que siempre me decía mi padre de pequeño. ¿Pero dónde está la gracia en pararse siempre a pensar? ¿De verdad podemos ser tan pacientes? Personalmente, creo que a veces merece la pena actuar rápido, aunque sepamos de antemano que nos va a traer malas consecuencias.

Y es que, una derrota es menos amarga si se ha hecho por impulso que si se hubiese planeado minuciosamente. Y viceversa. No puedo dejar de pensar en una frase que aparece en la película Amelie: "La suerte es como el Tour de Francia. Lo esperamos durante mucho tiempo, pero pasa rápido. Cuando el momento llega, hay que saltar la barrera sin vacilar."

No hay comentarios: