28 julio 2010

... CORAZÓN DE AMAPOLA

La gente cambia... o será que has sido tú. El otro día alguien me dijo que le hubiese gustado haberme conocido hace 6 años, saber cómo era de aquella... una niña de mirada sonriente, llena de energía que tenía muchísimas ganas de cambiar su mundo y el mundo. Una chica que creía en la sinceridad de la gente y en sus buenas intenciones.

Agradecí dejar de ser ella... supongo que a fuerza de hacerle aguadillas optó por convertirse en sirena y vivir sumergida en mi mar interior. Pocas veces la he vuelto a ver... pero mis pulsaciones siguen el ritmo de sus cantares. Algunas noches de verano, cuando bajo la guardia, ella regresa, y me recuerda las inmensas ganas que tiene de volver a creer en las palabras de las personas, de volver a creer que mirando un atardecer surgirá una mano amiga sobre la mía y me acariciará, o que cerrando los ojos para escuchar mejor el ruido de las hojas movidas por el viento oiré un tono familiar. Son los fantasmas del pasado, que siempre vuelven. Son las ilusiones con las que nos hemos criado, que no se pueden permitir desaparecer sin más.

Viviría tranquila sino fuera por ellas. Ellas son las únicas que me recuerdan que hay algo más que siempre he querido. Y, sin embargo, quiero pensar que se puede ser aún sin ellas. No sé muy bien qué es lo que las personas buscan... estabilidad, comodidad, tranquilidad... aunque si les preguntas seguramente te cuenten que ellos son pasionales, que creen en tener valor y en seguir un camino inesperado que sin más se les cruza... y mienten... porque de lo que dicen a lo que hacen... ni siquiera hay relación.


Dentro de poco, yo seré así. Me desdiré, y dejaré de lado todo aquello en lo que he creído siempre, aunque fuera muy en mi interior. Y me conformaré con una rutina estable, cómoda y tranquila... en la que de vez en cuando sonreiré tímidamente... evocando mis grandes carcajadas pasadas.

Casi me equivoco y te digo poco a poco que no me mientas... no me escuches, no me digas la verdad, ya no creo en ella, ni en la confianza, ni en las afinidades. Quiero ser ignorante y vivir en una realidad ficticia. Clávame tus puñales por la espalda... no los veo, no me duelen, no me hacen mal.

Entonces veré que mis sentimientos son como semillas de amapolas... que están ahí, pero necesitan que alguien remueva la tierra para que crezcan. Dejo el pico y la pala, si alguien quiere un campo rojo... tendrá que cavar.

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