14 mayo 2009

... PROBABLEMENTE

Crees que el mundo se merece mejores personas, que le recuerden a la gente buena que hay algo agradable por lo que vivir. Crees que si eres cortés con todo tu entorno, las cosas fluirán mejor. No te has parado a pensar, que si eres amable mecánicamente, cuando alguien se merezca que seas encantadora con él, se te pasará.

Vives en tu mundo arquitectónico, preocupada por tus entregas. Alguien aparece... una de esas pocas personas que no sabes por qué, sin más, deciden ayudarte. Y en realidad no tienes forma de darle las gracias. Entonces, después de haberte hecho ya un par de favores, esa persona decide sacarte de casa un jueves por la tarde. En realidad tú estás realmente agradecida... pero es probable que olvidaras decírselo. En realidad, tú estás realmente encantada del sitio al que habéis ido... pero es probable que olvidaras contárselo. En realidad, tú le das realmente las gracias a la divina providencia de que una persona de buen corazón haya aparecido en tu vida... pero es probable que olvidaras hacer que él lo notara. En realidad, tú te sientes como una egoísta por no haberte dado cuenta de todo y de nada... pero ni siquiera sabes si te mereces una segunda oportunidad.

La gente buena se merece que la cuiden, porque sin ellos, el mundo sería un lugar peor.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hay personas que son buenas y no lo saben. A veces se les toma por idiotas, y se les toma el pelo.

Uno intenta ser gentil y amable, y cuando encuentra un ser similar intenta demostrarle mayor afecto si cabe, más de todo, porque cree que acaba de encontrar a alguien al que se le debe entregar aún más que al resto. Yo creo que eso viene del hecho de que hay mala gente que provoca esta reacción. En realidad si uno es amable y de gran corazón no necesita ser reconocido, lo es y ya está. Pero como somos conscientes de que la mala gente no hace concesiones, queremos elevar al buen corazón, destacarlo de entre la masa. Probablemente esa persona está mejor entre los corruptos, tal vez la discreción le da un toque de naturalidad, se disuelve en la masa y como si fuera un terrón de azúcar, se disuelve, repartiendo dulzura. La gente no lo sabe, pero el causante de su bienestar es uno más entre ellos.

Quizás un exceso de agradecimiento provoque una extraña densidad. La densidad puede difractar la realidad. A veces un exceso de agradecimiento también es irremediable. La necesidad de la comunicación. Nos damos cuenta que al final, además de personas somos idioma, comunicación. Eso hemos heredado y con eso nos quedamos.