He descubierto que hay un mundo mejor allá donde mis ojos no ven tu sombra, donde mis mejillas no se humedecen por ti, donde mis dientes no mordisquean mis labios pensando en tus manos y donde tu olor no hace estremecer mi cuerpo.
En realidad no está tan lejos, está en la puerta de mi izquierda, la que siempre estuvo ahí y no quería abrir, porque descubrir un nuevo mundo me daba miedo. Vagaba por un espacio continuo sabiendo que mi pensamiento siempre podría volver a ti.
Ya no lo quiero, ni a mis sueños contigo, ni a nuestro futuro juntos, ni a ti. Todo aquello que deseé se fue, como las hojas del otoño, la nieve del invierno y las flores de los almendros.
Ya no deseo que hagas nada, porque puedo hacer lo que quiera por mí misma.
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