El malestar viene y no se te va, no hasta que no haces algo para echarlo. Pero no te apetece y prefieres pensar que se irá solo. Y sólo consigues que se quede más tiempo. Con malestar te cogerías tu maleta y te irías a la cima de una montaña... para gritar muy fuerte muy fuerte y dejar que tus lágrimas saliesen de paseo un rato. Con malestar te escondes debajo de las sábanas y rezas para no tener que salir de ellas. Con malestar te sientas en una esquina esperando que nadie se dé cuenta de que estás allí sola acurrucada. Con malestar estás entera mientras por dentro te sientes encoger.
Con malestar o sin él, lo que sientes sigue estando ahí. Más en superficie o más hondo, pero por mucho que por dentro encojas... sigue ahí. Aunque te encantaría arrancarte el corazón y dejar de sentir... sigue ahí.
Pero recuerda que sólo estará ahí hasta que tú lo eches. Sólo está ahí porque tú quieres. Cuando dejes de querer… no hará falta ni que tú lo eches.
Con malestar o sin él, lo que sientes sigue estando ahí. Más en superficie o más hondo, pero por mucho que por dentro encojas... sigue ahí. Aunque te encantaría arrancarte el corazón y dejar de sentir... sigue ahí.
Pero recuerda que sólo estará ahí hasta que tú lo eches. Sólo está ahí porque tú quieres. Cuando dejes de querer… no hará falta ni que tú lo eches.
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