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Todos necesitamos jugar con el destino... echarle un pulso para saber de ante mano si lo que deseamos se va a cumplir... o simplemente dejarle decidir a la casualidad si hacemos ciertas cosas o no... porque, al fin y al cabo, ¿no es todo una secuencia de absurdas casualidades?Me extraña que nunca lo hayáis hecho... una de esas de... si cuando salga del portal no me cruzo con nadie, es que voy a tener un buen día... o de esas de... si en siete segundos viene el revisor, es que tengo que llamar a esa persona que no me quito de la cabeza... y así dejas que los acontecimientos dirijan tu vida... nada descabellado, teniendo en cuenta que muchas veces hacemos ciertas cosas porque hemos tenido un buen día o no.Se me antoja pensar que las conexiones casuales se nos amontonan... y somos nosotros los que decidimos darles mayor importancia a unas que a otras. Se me antoja pensar que los dos sabemos lo que hay entre nosotros... aunque a veces queramos aparentar que no hay tal.Quiero pensar que es gracioso, que cuando yo no quiero saber de ti, a ti no te parezca necesario, y que cuando tú necesitas espacio... yo no. He vivido esta situación antes... una de esas en las que el momento parece que nunca llega aunque exista cierta predisposición entre las dos partes... te contaré cómo acabó... no sé nada de él desde hace ocho años... no sé ni lo que estudió, ni dónde, ni si trabaja, ni si sigue viviendo en la casa de sus padres... y creo que es probable que si me lo cruzase, no lo reconociese... otro amor de mi vida olvidado... uno de tantos...Así somos tú y yo, dos desconocidos que no sabemos nada el uno del otro. Dos desconocidos que no quieren estar juntos en este mundo, sabiendo que mucho tendrán que cambiar las cosas para vivir en otro universo que les permita compartir vivencias... dos desconocidos que un día creyeron que eran tal para cual... y que al día siguiente despertaron de su sueño. Dos siluetas que parecen encajar, pero que nunca han pensado en limar asperezas. Dos frutas situadas en la cima del árbol, que esperan que alguien tenga el ojo de recogerlas para fundirlas en una mezcla de sabores. Dos niños que jugaron a ponerle nombre a su futuro, como si así fuese a hacerse realidad...Siempre he pensado lo mismo de este elixir que vamos sazonando poco a poco... que está hecho para reposar... para dejarlo olvidar... y para finalmente, fermentar... siempre he pensado que nuestro vino, será vinagre cuando queramos disfrutarlo... porque el tiempo en el mundo real, no corre a la misma velocidad que en nuestro universo empático.Y lo más extraño de todo es que, cuando vuelvo a mi mundo... no me importa perder el nuestro... porque realmente, creo que no está hecho para existir más allá del interior de nuestro corazón... entre otras cosas, porque ninguno de los dos queremos nada de él que no sea mera ilusión.
Es posible que cada uno de nosotros formemos parte de una cadena de sentimientos... ya no digo amor, ni odio, ni rencor... sino sentimientos. De tal forma, que nos podemos enlazar en infinitas relaciones casuales... generando una estela de emociones que envolvería la tierra como una madeja de luz.Una línea fugaz e intermitente que sólo algunas veces nos deja distinguir lo que es real de lo que no. ¿Son los sentimientos reales? ¿Son nuestras prioridades? ¿Es nuestro pasado algo a recordar? ¿o es más importante el presente? ¿Somos nosotros alrededor de lo que gira nuestro mundo? ¿Son las premisas que nos han sido impuestas? ¿Nuestros intereses?En realidad, son tantas las variables que se encuentran en nuestras vidas... que intentar despelucharlas... no es más que un juego de cojines de plumas rotos por las sacudidas. Sacudidas que parecen descubrirnos nuevos horizontes y no hacen más que llenarlo todo de una nube de pelusa. Nubes que, dependiendo desde el punto de vista que se miren, pueden ser una diversión de niños o una gamberrada malintencionada.Abre los ojos e intenta ver por un momento hacia dónde vas... compáralo con dónde te gustaría llegar... párate... ¿de verdad crees que no eres capaz de rasgar un camino nuevo entre la maleza para cambiarlo? ¿o es que simplemente no eres capaz de orientarte? Estás en uno de esos momento en los que no importa ni cómo, ni porqué... sólo sabes que tiene que ser... sólo sabes que hay que tirar hacia adelante... que no tiene sentido mirar para atrás... porque lo que pasó no se puede cambiar ya...Siempre mordiendo el polvo por frustraciones externas. ¿De verdad las cosas no se pueden cambiar? Y yo que creía que nosotros estábamos en constante cambio... y yo que creí que éramos evolución a cada paso que dábamos... aunque es cierto que es demasiado esperar... el ser humano es de esos que necesita vivir al compás de un vals... un, dos, tres... un, dos, tres... un, dos, tres... dando vueltas alrededor de una idea primigenia, pero nunca llegando a ella... mejor no tocarla, no vaya a ser que no tenga el tacto que nos esperábamos... mejor no cogerla, no vaya a ser que no tenga el peso que nos esperábamos... mejor no sentirla, no vaya a ser que alcancemos lo que hemos soñado.Mejor no tener esperanzas, eso es de ilusos. Mejor no soñar, eso es de niños. Mejor no ser feliz, eso es de tontos. Mejor no amar, eso es de irracionales... Pero no soy capaz de creerme frases hechas por personas que ni conozco, ni conoceré. No soy capaz de vivir en un mundo impuesto...Porque al final, la niña tonta irracionalmente ilusa que vive en mí ha perdido tantas batallas... se ha ahogado tantas veces... la han callado tantas manos... que ya no tiene ni voz de ni voto... ¿eso es lo que queremos?
A los que nos gusta tanto estar perdidos por la vida... se nos hace extraño encontrar a alguien que, de forma paralela, sigue un garabato semejante en la lejanía. Alguien con una silueta difuminada, que descubres como una sombra latente por el rabillo del ojo. Alguien a quien conoces y tu mundo se para. Alguien cuya inclusión en tu vida, se rodea de premisas generadas... no pensadas... con las que reconocer a ese ente especial.Podrías tenerlo delante, saber que es esa persona y, aún así, revolcarte en dudas y contradicciones. Todos lo hacemos. O quizás, sólo tú y yo. Sumergida en un mundo de destellos y guiños casuales, fui fabricando en mi universo un tú... que algún día aparecería y que lo cambiaría todo... un tú que no generaba en mí, ni la milésima parte de las sensaciones conexionadas que tú consigues en mí sólo con mirarme... un tú que lo volvería todo más fácil, todo más sedoso... a mí más sonriente, y a mis ojos más brillantes. Es entonces cuando empiezas a caminar con la mirada perdida... anhelando encontrar algo... pero sin saber cómo, ni cuándo, ni nada...Lo vas reconociendo poco a poco. Una mirada cruzada... una intención... no hacen falta palabras, ni caricias... Y prefieres no pensarlo porque ya es algo que está en tu mente... ya es algo de lo que no te puedes desprender.Fuerzas magnéticas que tienden a atraerse sin poder ser controladas. Situaciones naturales que convergen irrefrenablemente. Y los dos lo ven pasar... sin poderlo manejar. Y, entonces, piensan. Craso error. Piensan en su mundo envolvente. Piensan en sus circunstancias anteriores. Piensan en sus miedos. Piensan en ellos por separado... y entonces, lo marchitan.Flores que estallaran de hermosura y al ser tocadas por la racionalidad humana se vuelven polvo desperdigado por el viento. Senderos por los que sembrar esperanzas al caminar que sólo reciben sal espolvoreada. Mundos de brillantina, quemados por su necesidad de controlar.Y sin embargo, ahí siguen, con la misma frescura. Un universo que se revitaliza conforme suceden cosas en su interior. Un universo en el que, cuando crees que has llegado al final, caes por un agujero y vueles al punto medio de su construcción, con la diferencia de que, desde ese punto pasado, puedes generar nuevos futuros.Es la historia interminable, la tuya y la mía, la de nosotros dos, la nuestra... la de dos desconocidos a los que mirar como si fueran uno... la de dos personas que han generado un universo paralelo en el que alojarse... un universo hecho a su medida, con todo aquello que ellos necesitan... la mirada de él + la mirada de ella.Un universo ficticio, sin tiempo real, donde se suceden las sensaciones a velocidades irreales. Un universo de remolinos de mariposas, montañas de golosinas, caminos de hormiguitas. Un universo de escalofríos, relámpagos y mareos. Un universo para dejarse llevar. Un universo que poder parar, y al que volver cuando lo necesites. Un universo que se va apropiando de ti y sin el que no quieres seguir.Pero algunas noches, cuando el miedo ronda los cristales empañados de tu esfera, necesitas volver al mundo en el que las ciudades gritan y las personas se tropiezan, necesitan volver a un sitio donde poder ver tu esfera con objetividad... un mundo que no la entiende, pero que la envidia. Un mundo que la aleja por creerla demasiado buena. Un mundo que la rechaza, porque no es capaz de ver lo que hay en su interior.
Y entonces me di cuenta. No me he encontrado a mí misma... por lo menos, no he encontrado una yo que sea diferente de la que estaba contigo... porque, en realidad, sigo haciendo las mismas cosas los fines de semana, sigo escuchando la misma música y sigo teniendo los mismos hábitos de dormir... y de comer... Lo único que ha cambiado, es que ya no necesito hacerlo contigo.Antes pensaba que tenía que encontrar las cosas que me gustaban hacer a mí... sin que tú las hubieras influido... deshacerme de "nuestra vida"... y tonta de mí, no me daba cuenta que, igual que tú estabas en mí, yo estaba en ti... y que eso se traduce en que, las cosas que te di, no tengo porque vivir sin ellas...Es extraño cómo vamos avanzando en nuestro camino... no damos grandes pasos cuando queremos... sino sin darnos cuenta, sin más... viendo una película, escuchando una canción, contándole a una amiga lo que sucedió... Damos pasos que nos sorprenden, cuando el camino se nos muestra lo más tranquilo posible... damos pasos sin quererlo, y miramos atrás para comprobar que de verdad es tan grande como sospechamos.Me encantan mis nuevos fines de semana, porque me recuerdan lo mucho que me quiero. Ya no me recuerdan con quien no estoy, ni lo que podría estar haciendo que no hago, ni la inmensidad de la ciudad en la que vivo.Me encantan mis fines de semana... porque es entonces cuando puedo estar conmigo.
Te llamo... y cuelgo. No era contigo con quien quería hablar. Puede que en mente no tenga las cosas claras, pero en mi interior lo siento tan vivo...No es algo que pueda racionalizar. No es algo que deba pensar. Las cosas llegan, sin que imaginases que ni siquiera pudieran funcionar. Y entonces, dejas de ser transparente para convertirte en agua... líquido fluido, que no tiene más adornos que lo que él mismo es. Y así me muestro ante ti. Nadie más me ha conocido así nunca. Y créeme, nadie más... tan intensamente.Normalmente siempre te preocupa aquello que va a pensar la otra persona de ti. Te colocas cada mechón del pelo. Te pones los vaqueros que mejor te sientan... todo listo y preparado para el rodaje de tu vida. Pero tú... sólo tú eres quien me ha visto íntegramente detrás de las puertas de mi camerino. Sólo tú me conoces sin preocuparme del maquillaje, de la luz o de la humedad.No es que no te valore, y por ello no me importe lo que tú opines de mí. Es porque si no te agrada lo que ves... no eres real... o dejémoslo en que me habré equivocado de dirección. Pero tienes razón... me han surgido extrañas comisuras alrededor de la boca... llamadas quizá sonrisa, alegría, comodidad, emoción... Todo eso que siento mientras hablo contigo.Es cierto que debería hacer ciertas cosas bien... que me reprimo... por respeto a ti y a quien tú consideres oportuno... Y estonces me paro y me doy cuenta de que en realidad, te he prejuzgado desde que te conocí... siempre manteniendo la esperanza de cómo tenías que ser... o de lo no que no ibas a hacer.Y, al final, yo no sé de ti más de lo que me enseñas... como en una video conferencia ficticia desde ártico al punto base de investigación. Y eso no me preocupa nada, porque no dejas de ser más que un sueño... un sueño que, de no cumplirse, siempre podrá seguir en mi cabeza...Te llamaría... pero no creo que deba hacerlo.