Es posible que no sea capaz de amar. Es posible que no sepa... o que simplemente me haya acostumbrado al ardor de las heridas... puede que yo me lo busque... puede que me quede día tras día aquí a ver como mi cuerpo se quema y se va convirtiendo en cenizas.
Hay días que no te importa... porque en realidad sabes que lo has hecho mal... y que darías lo que fuera por ser tú la que llora entre la almohada y las sábanas... darías lo que fuera por remediar el daño que has hecho.
Fui evitando la verdad... porque no quería verla. Fui rechazándola, como si así en mi interior pudieran volver a resurgir determinados sentimientos. Fui mirando hacia adelante pensando que, de dejarme cosas por el camino, alguna fuerza magnética conseguiría devolvérmelas.
Desgárrame la piel si así consigues dejar de atormentarte. Húndeme bajo un manto de desprecios si así consigues reconfortarte mínimamente. Estruja mis lágrimas si así las tuyas dejan de herirte con cada gota. Hubiese hecho lo que fuera por evitar lo que ha pasado. Te hubiese comprado la luna y las estrellas. Te hubiese acogido en mis brazos cada día al llegar la noche si así tus penas se hubiesen convertido en alegrías.
Sé que no lo he hecho bien. Yo nunca dije que supiese. Sé que no he estado a la altura. Yo nunca dije que pudiera estarlo. Sé que esperabas mucho más de mí. Yo no sabía a lo que me enfrentaba. Noto ríos salados por mis mejillas... y sé que son del dolor que siento al pensar en ti. Noto como la saliva se me acumula en la entrada de mi garganta y no me deja tragar. Noto como me falta el aire y mis brazos pierden fuerza.
No sabía lo que hacía, no creía que hiciese nada malo. Sabes que me retractaría de mis palabras si con eso consiguiese que te sintieses mejor... como ya ha pasado antes. Pero tú tienes razón, ese no es el camino.
Me quedo en la orilla... quizás porque mis rodillas han decidido no responder. Cuando cese la tormenta ya me plantearé lo que hacer.
Hay días que no te importa... porque en realidad sabes que lo has hecho mal... y que darías lo que fuera por ser tú la que llora entre la almohada y las sábanas... darías lo que fuera por remediar el daño que has hecho.
Fui evitando la verdad... porque no quería verla. Fui rechazándola, como si así en mi interior pudieran volver a resurgir determinados sentimientos. Fui mirando hacia adelante pensando que, de dejarme cosas por el camino, alguna fuerza magnética conseguiría devolvérmelas.
Desgárrame la piel si así consigues dejar de atormentarte. Húndeme bajo un manto de desprecios si así consigues reconfortarte mínimamente. Estruja mis lágrimas si así las tuyas dejan de herirte con cada gota. Hubiese hecho lo que fuera por evitar lo que ha pasado. Te hubiese comprado la luna y las estrellas. Te hubiese acogido en mis brazos cada día al llegar la noche si así tus penas se hubiesen convertido en alegrías.
Sé que no lo he hecho bien. Yo nunca dije que supiese. Sé que no he estado a la altura. Yo nunca dije que pudiera estarlo. Sé que esperabas mucho más de mí. Yo no sabía a lo que me enfrentaba. Noto ríos salados por mis mejillas... y sé que son del dolor que siento al pensar en ti. Noto como la saliva se me acumula en la entrada de mi garganta y no me deja tragar. Noto como me falta el aire y mis brazos pierden fuerza.
No sabía lo que hacía, no creía que hiciese nada malo. Sabes que me retractaría de mis palabras si con eso consiguiese que te sintieses mejor... como ya ha pasado antes. Pero tú tienes razón, ese no es el camino.
Me quedo en la orilla... quizás porque mis rodillas han decidido no responder. Cuando cese la tormenta ya me plantearé lo que hacer.