Odio acordarme de determinadas persona en determinadas situaciones. Odio notar como la inmensidad que nos separa se impone entre mis pulmones y mi diafragma para no dejarme respirar. Odio poder poner la mano en el fuego al afirmar que esa inmensidad sólo existe en mi cabeza, y que para él no es más que vacío.
Odio tambalearme entre la soledad y el desamor, sin atreverme a entregarme a una o a otra. Odio saber que yo estoy así porque quiero, mientras que hay personas que realmente están sufriendo por actos que no hace tanto tiempo creí que eran los correctos.
Sé perfectamente que no hablo de mis sentimientos porque lo que digo y lo que hago no son capaces de ir de la mano. Sé que no soy capaz de sincerarme ni contigo, ni con cualquier amigo porque no quiero conocer lo que llevo guardado. Sé que me gusta estar sola porque soy la única persona que no me pregunta cómo estoy, ni en qué estoy pensando, ni qué es lo que quiero hacer.
Dejé de querer saberlo cuando tiré la toalla, cuando decidí que para que no se notara que la había tirado, era mejor sonreír y aparentar que todo estaba bien. Dejé de buscar amigos que quieren dar consejos, para encontrar amigos que te dan un abrazo mientras te huelen el pelo. Dejé de recordar lo que me hacía feliz, para poder dedicarme a lo que no me hacía infeliz.
Te enterré... a ti y a cada uno que se asomaba por mi sendero. Te tiré al mar... sé perfectamente en qué viaje y en qué acantilado. Te asesiné, ocultando las pruebas y todo lo que había vivido contigo.
Ven ahora a secarme las lágrimas, esas que sólo el mar y yo hemos visto. Ven ahora a limpiarme las manos, esas que perdieron fuerzas y no han podido volver a moverse. Ven ahora a contarme que todo es mejor. Ven a contarme cómo a mejorado tu vida.
Ven a destruirme otra vez... Ya no puedes, no dejaste nada de mí.
Odio tambalearme entre la soledad y el desamor, sin atreverme a entregarme a una o a otra. Odio saber que yo estoy así porque quiero, mientras que hay personas que realmente están sufriendo por actos que no hace tanto tiempo creí que eran los correctos.
Sé perfectamente que no hablo de mis sentimientos porque lo que digo y lo que hago no son capaces de ir de la mano. Sé que no soy capaz de sincerarme ni contigo, ni con cualquier amigo porque no quiero conocer lo que llevo guardado. Sé que me gusta estar sola porque soy la única persona que no me pregunta cómo estoy, ni en qué estoy pensando, ni qué es lo que quiero hacer.
Dejé de querer saberlo cuando tiré la toalla, cuando decidí que para que no se notara que la había tirado, era mejor sonreír y aparentar que todo estaba bien. Dejé de buscar amigos que quieren dar consejos, para encontrar amigos que te dan un abrazo mientras te huelen el pelo. Dejé de recordar lo que me hacía feliz, para poder dedicarme a lo que no me hacía infeliz.
Te enterré... a ti y a cada uno que se asomaba por mi sendero. Te tiré al mar... sé perfectamente en qué viaje y en qué acantilado. Te asesiné, ocultando las pruebas y todo lo que había vivido contigo.
Ven ahora a secarme las lágrimas, esas que sólo el mar y yo hemos visto. Ven ahora a limpiarme las manos, esas que perdieron fuerzas y no han podido volver a moverse. Ven ahora a contarme que todo es mejor. Ven a contarme cómo a mejorado tu vida.
Ven a destruirme otra vez... Ya no puedes, no dejaste nada de mí.