30 enero 2009

... LO COTIDIANO

Un pobre hombre rumano y vagabundo iba en la línea 1 preguntando cómo llegar a Avda. América. Así que yo le he indicado que debía cambiar en Cuatro Caminos y coger la línea 6. Y creí que me había entendido... en las 7 estaciones que lo tuve delante lo creí. Pero cuando bajó y el metro arrancó, lo vi mirando el cartel de indacadores de salida... y por un momento pensé que quizá él había creído que bajandose ahí ya habría llegado. Sentí la necesidad de bajar en la siguiente parada y dar la vuelta para llevarlo hasta el andén de abajo, pero pensé que cuando llegase ya no estaría allí.

Ayudar a alguien para no ayudarlo de forma completa... no sirve para nada. Total, que hoy un amigo, que seguro que lee esto, me dijo algo de que yo era perfeccionista... y en cuánto lo leí me pregunté, "¿se referirá también como persona?" porque si era así, se equivocaba. Llego tarde mis 20 minutos de rigor, soy desordenada, todo lo pierdo durante 5 minutos al día y no me gusta nada nada arreglarme... es probable que no sirva para la vida cotidiana... y eso es lo que hay.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Algo me dice que "tu amigo" no se refería para nada a perfeccionismo en la vida cotidiana. Es imposible ya no ser perfecto en todo, sino perfeccionista en todo.

Yo, por ejemplo, me esfuerzo en dejar las cosas lo mejor que puedo en el trabajo, o en pequeñas creaciones que hago (sólo puedo liberar mi espíritu artístico haciendo regalos y postales de Navidad...), pero soy bastante dejado en mi casa, en mi habitación.

Antes sí que tenía todo ordenado y perfecto, pero... llegó un momento en el que preferí dedicar ese tiempo a cosas que me llenaban más.

Fue entonces cuando llegué a la conclusión de que el afán perfeccionista es cuestión de prioridades.

Y todo el mundo tiene prioridades en esta vida, así que supongo que todo el mundo es perfeccionista en algo. Por ejemplo, mi madre es perfeccionista haciendo tartas. Mi padre es perfeccionista con el tom-tom.