
El ángel negro te visita cuando menos te lo esperas, demasiado a menudo quizá. Viene y vuelve a venir, y nunca sabes cómo has de recibirlo. No puedes huir de él, porque dicen que está en todas partes. No puedes darle la espalda, porque aparecerá a la vuelta de la esquina sin más. No puedes hacer como que no existe, porque el ciclo debe cerrarse.
Sin embargo, lloramos por una pérdida, aún sabiendo que ésta era más beneficiosa que la permanencia. Jadeamos ante la visión de los sollozos de los demás. Temblamos al contemplar la lápida sellarse.
El último adiós, lo llaman algunos, ni blanco ni negro... al final, todo debe continuar.
Sin embargo, lloramos por una pérdida, aún sabiendo que ésta era más beneficiosa que la permanencia. Jadeamos ante la visión de los sollozos de los demás. Temblamos al contemplar la lápida sellarse.
El último adiós, lo llaman algunos, ni blanco ni negro... al final, todo debe continuar.