06 marzo 2010

... ÁNGEL PARA UN FINAL

Hay muy pocas llamadas telefónicas que recuerde, y menos a cámara lenta. Recuerdo la llamada, la noticia y la reacción de incertidumbre. Recuerdo estar perdida y por un momento no saber dónde estoy. Recuerdo apoyarme contra una pared sintiendo el frío y sentir el calor de las lágrimas que resbalan por mis mejillas. Recuerdo intentar calmarme mirando por la ventana y no saber muy bien cómo actuar.

El ángel negro te visita cuando menos te lo esperas, demasiado a menudo quizá. Viene y vuelve a venir, y nunca sabes cómo has de recibirlo. No puedes huir de él, porque dicen que está en todas partes. No puedes darle la espalda, porque aparecerá a la vuelta de la esquina sin más. No puedes hacer como que no existe, porque el ciclo debe cerrarse.

Sin embargo, lloramos por una pérdida, aún sabiendo que ésta era más beneficiosa que la permanencia. Jadeamos ante la visión de los sollozos de los demás. Temblamos al contemplar la lápida sellarse.

El último adiós, lo llaman algunos, ni blanco ni negro... al final, todo debe continuar.